A tan solo 3 km. De la ciudad y a 5 km. del aeropuerto, es un oasis rodeado de naranjos enclavado en el sosiego y el silencio del campo ibicenco. La finca, antigua vaquería de principios de siglo pasado, ha sido cuidadosamente reformada, sin perder su estilo y carácter original. Combina la piedra con materiales nobles en sus espaciosos salones, patios, terrazas y porches. Los colores suaves y luminosos y la sabia distribución del conjunto aportan al visitante una sensación de total tranquilidad, calma y armonía. En el pequeño hotel se ofrece un servicio personalizado.
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